Firmamos contratos cuando vamos a empezar una relación más o menos duradera: al crear una empresa, alquilar una vivienda, regulamos el divorcio con un convenio regulador, formalizamos una franquicia, nos incorporamos a un puesto de trabajo tras firmar el contrato, y en otras muchas ocasiones.
Normalmente nos gusta imaginar todos los posibles problemas que el futuro nos puede deparar, y prevemos los fallos, las faltas, los incumplimientos, las traiciones, sus sanciones y consecuencias. Desde que empezamos la relación, nos enfocamos en los nubarrones. No es de extrañar que la profesión de abogado sea una de las de más estrés y problemas gastrointestinales.
En los contratos conscientes es diferente. Sabemos que vamos a tener conflictos, los consideramos oportunidades y establecemos los mecanismos que usaremos para encararlos, según los valores comunes, nuestra forma de ser y nuestra forma personal de afrontar las dificultades. Es otra perspectiva.
ROSSANA BRIL (abogada y coach) publicó hace unos días un live con SUSANA SUCUNZA, abogada y presidenta de la Asociación de Derecho Colaborativo de Euskadi. Una buena explicación sobre que son los contratos conscientes. Aquí lo dejo.